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Ricardo, mi marido: cáncer nivel IV, tumor inoperable. Así que tomé la decisión más dura, aunque más meditada de mi vida, moriría en casa. Nosotros decidiríamos dónde hacerlo. Luego murió. Evidentemente no todas las historias de amor tienen final feliz. El domingo de la semana después de su muerte, me levanté de nuevo con una sonrisa, miré al cielo y dije: Viajaré contigo esparciendo tus cenizas en aquellos sitios en los que estuvimos juntos y fuimos felices. Además de en aquellos en los que soñamos ir.
Por lo que repartí las cenizas en varios botecitos. Cachitos de él por todos aquellos lugares que eran sagrados para nosotros. Pergeñé un itinerario con los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego y con diferentes ritos.
¿Cuánto dolor podemos aguantar los humanos?, Infinito pensé y me fui a dar la vuelta al mundo a lo que creí que sería su despedida, pero aquel viaje supuso otra cosa completamente distinta