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½Nada puede restar valor al hecho de que incluso en medio de la brutalidad sin precedentes de la guerra ruso-alemana en el frente oriental, Stalingrado ocupa un lugar especial de horror en la imaginaci¾n humana. No fue una batalla librada en mitad de la estepa, el desierto o la selva, sino en las casas, fßbricas y calles que tantos de nosotros reconocemos hoy en dÝa en nuestra propia existencia urbana. El mismo nombre de Stalingrado evoca imßgenes de humo, fuego y escombros, con vigas retorcidas sobre montones de ladrillos destrozados; no hay nada glorioso ni romßntico en ella. Esta es la destrucci¾n total y absoluta de todo un ejÚrcito de hombres y sus mßquinas. Esta es la batalla tal como la vieron los alemanes que la libraron y sus aliados. Esto es Stalingrado+. JONATHAN TRIGG